"Hay destinos humanos ligados con un lugar o con un paisaje. Allí en
aquel jardín, sentado al borde de una fuente, soñaste un día la vida
como embeleso inagotable. La amplitud del cielo te acuciaba a la acción;
el alentar de las flores, las hojas y las aguas, a gozar sin
remordimientos.
Mas tarde habías de comprender que ni la acción ni
el goce podrías vivirlos con la perfección que tenían en tus sueños al
borde de la fuente. Y el día que comprendiste esa triste verdad, aunque
estabas lejos y en tierra extraña, deseaste volver a aquel jardín y
sentarte de nuevo al borde de la fuente, para soñar otra vez la juventud
pasada".
vidas mojadas
domingo, 5 de noviembre de 2017
domingo, 31 de julio de 2016
EL EXILIO SEGÚN VICTOR HUGO
«Mientras uno vive en su ciudad natal, cree que las calles le son
indiferentes; que las ventanas, los tejados y las puertas nada
significan; que las paredes le son extrañas; que los árboles son como
otros cualesquiera; que las casas cuyo umbral no se pisa son inútiles;
que el suelo que se pisa es solamente piedra. Pero después, cuando se ha
abandonado, se conoce que aquellas calles son objeto de cariño; se
siente la falta de aquellas ventanas, de aquellos
tejados y aquellas puertas; se echa de ver que aquellas paredes son
necesarias; que aquellos árboles son queridos; que en aquellas casas
cuyo umbral no se pisaba se entraba todos los días, y que el desterrado
ha dejado su sangre y su corazón en aquel suelo. Todos esos sitios que
no se ven ya, y cuya imagen se ha conservado viva, toman un encanto
doloroso, se presentan con la melancolía de una aparición, hacen visible
la tierra sagrada; se les ama; se les evoca tales como son, tales como
eran; se recuerdan obstinadamente, y no se nota que hayan cambiado nada,
porque se ve en ellos el rostro de la madre».
martes, 11 de noviembre de 2014
EL CONSTANTE SENTIMIENTO DE HABER TENIDO Y PERDIDO UNA COSA INFINITA
"Y
he aquí algo raro, pero es verdad: en las trincheras del día a día
de la vida de un adulto, no existe el ateísmo. No hay tal cosa como
la «no-veneración». Todo el mundo es creyente. Y quizá la única
razón por la que debamos cuidarnos al elegir qué venerar, es que
cualquier camino espiritual –llámese Cristo, Alá, Yaveh, la
Pachamama, las Cuatro Nobles Verdades o cualquier set de principios
éticos– sea lo que sea que elijan, les devorará en vida. Si
eligen adorar el dinero y los bienes materiales, nunca tendrán
suficiente. Si eligen su cuerpo, la belleza y ser atractivos, siempre
se van a ver feos y cuando el tiempo y la edad se manifiesten,
padecerán un millón de muertes antes de que al fin les entierren.
En cierto modo, todos lo sabemos. Esto fue codificado en mitos,
leyendas, cuentos, proverbios, epigramas, parábolas, en el esqueleto
de toda gran historia. El verdadero logro es mantener esta verdad
consciente en el día a día. Si eligen venerar el poder, terminarán
volviéndose débiles y necesitarán cada día más poder para no
creerse amenazados por los demás. Si eligen adorar su intelecto, ser
reconocidos como inteligentes, terminarán sintiéndose estúpidos,
un chasco, siempre al borde de ser descubiertos. Pero lo más
terrible de estas formas de adoración no es que sean malas o
pecaminosas, es que son inconscientes. Son el funcionamiento por
defecto." David Foster Wallace
jueves, 8 de mayo de 2014
LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES ALARGADA
“La felicidad o la desdicha era una simple
cuestión de elasticidad de nuestra facultad de desasimiento. La vida
transcurría en un equilibrio constante entre el toma y el deja. Y lo
difícil no era tomar, sino dejar,
desasirnos de las cosas que merecen nuestro aprecio. Aquí estribaban las
posibilidades de felicidad de cada humano: en que su facultad de
desasimiento fuese más o menos elástica, en que el hombre estuviese más o
menos aferrado a las cosas materiales. Por ello tal vez el secreto
básico estuviese contenido en el hecho de no tomar nunca para no tener
que dejar nada. Era un remedio negativo, de renunciación, pero, con
certeza, el adecuado a mi calidad humana, desprovista de reservas y de
capacidad de sacrificio. Lo cuestionable consistía en saber si el hombre
tiene alguna probabilidad de subsistir sin aprehender nada, desasido de
todo, desconectado de los seres y las cosas que le rodean; si el
individuo es capaz de desarrollar su individualidad propia y primitiva
sin necesidad de echar mano de recursos extraños a sí.
La cabeza empezaba a calentárseme restregada por el decurso de los primeros razonamientos. Quise imaginarme a un grano de trigo aislado de los demás granos, sin rozarse con ninguno, dentro de un saco; deseé poder concebir un punto de arena en una playa sin conexión alguna con otros puntos; quise aislar una molécula de agua en el seno de la mar, y no me fue posible. La realidad se me imponía con las armas de la lógica. Nada puede existir en el mundo sin una relación de dependencia, de coordinación o de mando. Todo está incrustado en un orden preestablecido, sometido a leyes fatales o voluntarias, pero que por sí hablan ya de una coordinación y un nexo al menos relativos. Deseé imaginarme a un hombre autónomo, independiente de otros hombres y de las cosas en un grado absoluto. Voló mi imaginación a un peñasco solitario del mar mayor del universo. Allí situé a mi hombre imaginario. Le di por oficio el de torrero del faro. Al momento se me impuso de nuevo, implacable, la fuerza de la realidad. Ese hombre venía de algún punto; naturalmente, de otro hombre. El faro debería arder de noche para evitar el naufragio de otros hombres. Sobre esto el torrero había de atender a sus necesidades ineludibles: comer, vestir, cultivar su espíritu. Ya estaba mi hombre encadenado; sujeto a la ráfaga interminable de la dependencia, de la conexión, de la fatal coordinación a otros hombres y a otras cosas. El hombre absolutamente aislado era inconcebible. En ese equilibrio entre el toma y el deja, no era solución posible el no tomar nada para no tener que dejar nada. La encrucijada del desasimiento, en más o en menos, había de llegar forzosamente para todos.” Miguel Delibes
La cabeza empezaba a calentárseme restregada por el decurso de los primeros razonamientos. Quise imaginarme a un grano de trigo aislado de los demás granos, sin rozarse con ninguno, dentro de un saco; deseé poder concebir un punto de arena en una playa sin conexión alguna con otros puntos; quise aislar una molécula de agua en el seno de la mar, y no me fue posible. La realidad se me imponía con las armas de la lógica. Nada puede existir en el mundo sin una relación de dependencia, de coordinación o de mando. Todo está incrustado en un orden preestablecido, sometido a leyes fatales o voluntarias, pero que por sí hablan ya de una coordinación y un nexo al menos relativos. Deseé imaginarme a un hombre autónomo, independiente de otros hombres y de las cosas en un grado absoluto. Voló mi imaginación a un peñasco solitario del mar mayor del universo. Allí situé a mi hombre imaginario. Le di por oficio el de torrero del faro. Al momento se me impuso de nuevo, implacable, la fuerza de la realidad. Ese hombre venía de algún punto; naturalmente, de otro hombre. El faro debería arder de noche para evitar el naufragio de otros hombres. Sobre esto el torrero había de atender a sus necesidades ineludibles: comer, vestir, cultivar su espíritu. Ya estaba mi hombre encadenado; sujeto a la ráfaga interminable de la dependencia, de la conexión, de la fatal coordinación a otros hombres y a otras cosas. El hombre absolutamente aislado era inconcebible. En ese equilibrio entre el toma y el deja, no era solución posible el no tomar nada para no tener que dejar nada. La encrucijada del desasimiento, en más o en menos, había de llegar forzosamente para todos.” Miguel Delibes
EL MUNDO
"Cuando empecé a crecer, ya estaba todo roto: rotas las vidas de
mis padres, eso era evidente, y rotas las nuestras, que habíamos sido
violentamente arrancados de la clase social y del lugar al que
pertenecíamos. Cuando pasó el verano, nos dimos cuenta de que también la
casa estaba rota. Si llovía, aparecían goteras que nos obligaban a
desplazar las camas de
sitio para colocar cubos que cada tanto era preciso vaciar. Si hacía
viento, las corrientes de aire entraban de forma violenta en las
habitaciones provocando estremecimientos sonoros en los bastidores de
las ventanas, cuyos delgados cristales se agitaban como atacados por una
embestida de pánico. No cerraban bien las puertas porque todo estaba
fuera de quicio, de lugar, nada encajaba en su molde, tampoco las
palabras con las que intentaban explicarnos por qué habíamos caído en
aquella situación indeseable". Juan José Millás
LOS PASOS PERDIDOS
"La casa fue antes de gente señora; conserva grandes muebles de madera oscura, armarios profundos y una araña de cristales biselados que se llena de pequeños arcoiris al recibir un último rayo de sol bajado de las lucetas azules, blancas, rojas, que cierran el arco del recibidor como un gran abanico de vidrio". Alejo Carpentier
SE QUESTO È UN UOMO
“Nulla è più nostro: ci hanno tolto gli abiti, le scarpe, anche i capelli; se parleremo, non ci ascolteranno, e se ci ascoltassero, non ci capirebbero. Ci toglieranno anche il nome: e se vorremo conservarlo, dovremo trovare in noi la forza di farlo, di fare sì che dietro al nome, qualcosa ancora di noi, di noi quali eravamo, rimanga.”“Si immagini ora un uomo a cui, insieme con le persone amate, vengano tolti la sua casa, le sue abitudini, i suoi abiti, tutto infine, letteralmente tutto quanto possiede: sarà un uomo vuoto, ridotto a sofferenza e bisogno, dimentico di dignità e discernimento, poiché accade facilmente, a chi ha perso tutto, di perdere se stesso; tale quindi, che si potrà a cuor leggero decidere della sua vita o morte al di fuori di ogni senso di affinità umana; nel caso più fortunato, in base ad un puro giudizio di utilità. Si comprenderà allora il duplice significato del termine << Campo di annientamento >>, e sarà chiaro che cosa intendiamo esprimere con questa frase: giacere sul fondo.”“ Eccomi dunque sul fondo.” Primo Levi
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